Hoy la vecina del cuarto nos trae su testimonio, resultado de la realidad que se vive en ciertas ocasiones en un hospital o dentro de una residencia de ancianos. Lugares donde la gente vive sus últimas ilusiones y de los que se aprende mucho con sólo entrar en ellos.
A muchos os puede parecer algo lejano, sin interés, pero sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor y observar… Os dejo con sus palabras.
‘Dicen que los jóvenes son pasotas. Supongo que en parte llevan razón.
Son pasotas por la situación que les ha tocado vivir, porque a veces, es mejor pasar y entonar el “Carpe diem ”, que desesperarse pensando en el futuro.
Dicen que los jóvenes son desarraigados, que ya no valoran la familia, ni a sus mayores.
Dicen que solo piensan en el botellón , en tuitear , en divertirse.
Jóvenes eran dos chicas , de unos 20 años, a las que he visto turnarse en un Hospital, hace unos días para cuidar a su abuela.
Me produjeron ternura y sorpresa porque no creí que entre los percings y los tatuajes, el portátil y el iphone , sobresaliera el tremendo cariño que le dispensaban.
Como si de las viejas muñecas de su reciente niñez se tratara, la lavaban, la peinaban, la alimentaban, la querían. Sin planteamientos de voluntariado social, ni de ética prefabricada, sin contraprestación de la conciencia. Simplemente la querían, la mimaban y parecían no darse cuenta del lamentable estado de la abuela. Era igual. Allí estaban ellas , día y noche mientras las necesitara, mientras la vida les regalara su presencia’.
Fdo: La vecina del cuarto
nitodolocontrario 